miércoles, 12 de octubre de 2016


¡Alerta!  Forastero se mete a las casas...
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Como padres debemos prestar especial importancia al tema de los principios, valores y las virtudes, dado que actualmente los mismos  están desapareciendo.

12 años después que yo naciera, mi padre conoció un  forastero, recién llegado a nuestra pequeña población.

Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.

El forastero  aceptó y desde entonces ha estado con nosotros,
mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial. Mis padres eran consejeros secundarios: mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer y a ser responsable. Pero el forastero  era nuestro narrador, nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias.

Él siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.

Me hacía reír, y me hacía llorar.
El forastero nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. Ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el forastero se fuera.

Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el forastero nunca se sentía obligado para cumplirlas.

Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase.
Sin embargo, el forastero se la arreglaba  sin problemas para usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacía que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.

Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el  nos animó a intentarlo y a hacerlo.

Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidos.

Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo.
Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos.

Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el forastero.
Repetidas veces lo criticaron, y nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.

Han pasado más de 33 años desde que el forastero se mudó con nuestra familia.
Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la casita de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía.

¿Su nombre?

Nosotros lo llamamos… Televisor!!


Nota:
¡¡Ahora tiene una esposa que se llama Computadora!!

…y un hijo que se llama Celular!


Con el agravante que los nietos pintan ser lo peor de todos, el SMART PHONE, I-PHONE;  i-PAD; ETC.

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