¡Alerta! Forastero se mete a las casas...
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Como padres debemos prestar especial importancia al tema de
los principios, valores y las virtudes, dado que actualmente los mismos están desapareciendo.
12 años después que yo naciera, mi padre conoció un forastero, recién llegado a nuestra
pequeña población.
Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este
encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El forastero aceptó y desde entonces ha estado con nosotros,
mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia;
en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial. Mis padres eran consejeros
secundarios: mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me
enseñó a obedecer y a ser responsable. Pero el forastero era nuestro
narrador, nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y
comedias.
Él siempre tenía respuestas para cualquier cosa que
quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía
predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacía reír, y me hacía llorar.
El forastero nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le
importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras
que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que
decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. Ahora me
pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el forastero se fuera.
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones
morales, pero el forastero nunca se
sentía obligado para cumplirlas.
Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se
permitían en nuestra casa Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de
cualquiera que nos visitase.
Sin embargo, el
forastero se la arreglaba sin
problemas para usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacía
que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el nos animó a intentarlo y a hacerlo.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y
que los cigarros y las pipas se vieran distinguidos.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo.
Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y
generalmente vergonzosos.
Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron
influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el forastero.
Repetidas veces lo criticaron, y nunca hizo caso a los
valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.
Han pasado más de 33 años desde que el forastero se mudó con nuestra familia.
Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante
como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la casita de mis
padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien
quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía.
¿Su nombre?
Nosotros lo llamamos… Televisor!!
Nota:
¡¡Ahora tiene una esposa que se llama Computadora!!
…y un hijo que se llama Celular!
Con el agravante que los nietos pintan ser lo peor de todos,
el SMART PHONE, I-PHONE; i-PAD; ETC.
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